¡ERNESTO CHE GUEVARA, FUE UNA VERDADERA MÁQUINA ASESINA!
Che Guevara, quien tanto hizo por destruir el capitalismo, es hoy una marca del capitalismo. Su imagen es adorno de tazas, mecheros, llaveros, carteras, gorras, pantalones vaqueros, faldas, sobres de infusiones y, por supuesto, esas omnipresentes camisetas con la fotografía tomada por Alberto Korda “el galán del socialismo”, 54 años después de la muerte del Che, sigue siendo el logo del chic revolucionario comunista.
– EL CHE GUEVARA
En cada etapa de su vida adulta, su megalomanía se manifestó en una urgencia depredadora por arrebatar a otras personas sus vidas y sus posesiones, y por abolir su libre albedrío.
Éste matón dejó testimonio escrito de sus crueldades, incluyendo cosas verdaderamente horrendas.
– De símbolo revolucionario a icono capitalista.
La metamorfosis del Che Guevara a marca capitalista no es nueva, pero la marca está siendo objeto de una operación de revival en los últimos tiempos el comunismo, y se trata de un revival especialmente notable porque llega años después del colapso político e ideológico de todo lo que Guevara representaba.
Esta propaganda comunista se debe fundamentalmente al “Diarios de Motocicleta”, la película producida por Robert Redford y dirigida por Walter Salles.
Es habitual entre los seguidores de una secta no conocer la historia real de la vida de su héroe la verdad histórica.
No es sorprendente que los seguidores contemporáneos de Guevara, sus nuevos admiradores poscomunistas, también se engañen aferrándose a un mito.
En abril de 1967, hablando desde la experiencia, el Che resumía su idea homicida de la justicia en su mensaje a la tricontinental: «El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar».
En otras ocasiones, el matón bohemio parecía incapaz de distinguir entre la ligereza de la muerte como espectáculo y la tragedia de las víctimas de la revolución. En una carta a sus padres de 1954, escrita en Guatemala, donde fue testigo del derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz, escribió: «Fue muy divertido, con todas aquellas bombas, discursos y otras distracciones que rompían la monotonía en la que estaba viviendo».
La disposición de Guevara cuando viajó con Castro de México a Cuba a bordo del Granma queda reflejada en una frase de una carta a su mujer Hilda Gadea, redactada el 28 de enero de 1957, poco después de desembarcar, y publicada en su libro Ernesto, Memorias del Che Guevara en Sierra Maestra: «Aquí, en la selva cubana, vivo y sediento de sangre”.
En enero de 1957, como indica su diario de Sierra Maestra, Guevara mató de un disparo al campesino Eutimio Guerra porque sospechaba que estaba pasando información al enemigo: «Acabé con el problema con una pistola del calibre 32, en el lado derecho de su cerebro… Sus pertenencias ahora son mías».
Luego dispararía a Aristidio, un campesino que expresó su deseo de abandonar la lucha guerrillera, aquí el Che escribió: «realmente era lo suficientemente culpable como para merecer la muerte».
No le tembló el pulso al Che a la hora de ordenar el asesinato de Echevarría, hermano de uno de sus camaradas, por crímenes no especificados: «Tenía que pagar el precio».
En otras ocasiones simulaba ejecuciones, aunque no las llevara a cabo, como método de tortura psicológica.
El Che en carta escrita a su padre, refiriéndose a los asesinatos cometidos, expresa: “Tengo que confesarte Papá que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar”.
– Fusilamientos en La Cabaña.
Pero la «fría máquina de matar» no demostró todo el alcance de su rigor hasta que, inmediatamente después de la caída del régimen de Batista, Castro lo puso al frente de la prisión de La Cabaña.
San Carlos de la Cabaña era una fortaleza de piedra utilizada para defender La Habana de los piratas ingleses en el siglo XVIII; más tarde se convirtió en un cuartel militar, en 1959 los castristas crearon una presión.
El Che dirigía la Comisión Depuradora. Se regía por la ley de La Sierra, tribunal militar, de hecho y no jurídico.
Javier Arzuaga, el capellán vasco que consolaba a los condenados a muerte. Este ex cura católico recuerda que había alrededor de 800 prisioneros en un espacio donde no cabían más de 300: antiguos militares y policías de Batista, algunos periodistas, unos pocos hombres de negocios y comerciantes. El tribunal revolucionario estaba compuesto por milicianos. Guevara presidía el tribunal de apelaciones. «Nunca anuló ninguna condena. Después de que yo me fuera, en mayo, ejecutaron a muchos más, pero yo personalmente fui testigo de 55 ejecuciones».
¿Cuántas personas fueron asesinadas en La Cabaña?
Según Félix Rodríguez, “Capitán Ranger” agente de la CIA que formó parte del equipo encargado de dar caza al Che en Bolivia, calcula “más o menos 2.000″ ejecuciones de las que el Che fue responsable a lo largo de su vida.
El ansia de poder del Che tenía otras formas de expresión, además del asesino en serie, en una ocasión reflexionó sobre Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile, Guevara expresó:»Pertenecía a esa clase especial de hombres que la especie produce de vez en cuando, en quienes el anhelo de poder ilimitado es tan extremo que cualquier sufrimiento padecido para lograrlo parece natural».
Podría haber estado describiéndose a sí mismo. En cada etapa de su vida adulta, su megalomanía se manifestó en una urgencia depredadora por arrebatar a otras personas sus vidas y sus posesiones, y por abolir su libre albedrío.
– Obsesión por controlar.
La obsesión del Che por el control colectivista le llevó a colaborar en la formación del aparato de seguridad que se montó con objeto de subyugar a seis millones y medio de cubanos. A principios de 1959 tuvieron lugar una serie de reuniones secretas en Tarará, cerca de La Habana, en la mansión a la que el Che se retiró temporalmente para recuperarse de una enfermedad.
Ahí fue donde los matones más importantes, incluyendo a Castro, diseñaron el Estado policial cubano. Ramiro Valdés, subordinado del Che en la guerrilla, fue puesto al frente del G-2, un organismo creado a partir del modelo de la KGB, Stasi, Checa, etc. El propio Guevara asumió el poder del G-6, el organismo encargado de adoctrinar ideológicamente a las fuerzas armadas. La invasión de Bahía de Cochinos, llevada a cabo con apoyo estadounidense en abril de 1961, se convirtió en la ocasión perfecta para consolidar el nuevo Estado policial, con la captura de cientos de miles de cubanos y una nueva oleada de ejecuciones. Como el propio Guevara le contó al embajador soviético Sergei Kudriavtsev, los contrarrevolucionarios «no volverían a levantar cabeza».
«Contrarrevolucionario» es el término que se aplicaba a cualquiera que se desviara del dogma. Era el sinónimo comunista de «hereje». Los campos de concentración eran una de las formas que el poder dogmático adoptaba para aplastar la oposición.
La historia atribuye al general español Valeriano Weyler, capitán general de Cuba a finales del siglo XIX, la primera utilización de la palabra concentración para describir la política de rodear a multitudes de adversarios potenciales -en este caso, partidarios del movimiento de independencia cubano- con alambre de espino y vallas. Qué apropiado, que los revolucionarios cubanos, más de medio siglo después, adoptaran esta tradición.
Al principio, la revolución movilizó a los voluntarios para que construyeran escuelas y trabajaran en los muelles, las plantaciones y las fábricas -proporcionando exquisitas oportunidades para que el Che se fotografiara en versión Che estibador, Che cortador de caña, Che trabajador textil-. No pasaría mucho tiempo antes de que el trabajo voluntario se hiciera algo menos voluntario: el primer campo de trabajos forzados, Guanahacabibes, se puso en marcha a finales de 1960 en el oeste de Cuba.
Este campo fue el precursor del confinamiento sistemático, que finalmente comenzaría a producirse a partir de 1965 en la provincia de Camagüey, de disidentes, homosexuales, católicos, testigos de Jehová, etc., bajo la bandera de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Hacinados en autobuses y camiones, los no aptos eran transportados a punta de pistola a campos de concentración organizados a partir del modelo de Guanahacabibes. Algunos jamás regresarían; otros serían violados, apaleados o mutilados, y la mayoría acabarían traumatizados de por vida.
Quizá la revista Time estuviera poco acertada en agosto de 1960, al describir el reparto de tareas de la revolución con un reportaje de portada en el que Fidel Castro aparecía como el «cerebro», Che Guevara como el «corazón «, y Raúl Castro como el «puño».
Pero esta visión reflejaba el papel crucial de Guevara en la transformación de Cuba en un bastión del totalitarismo.
Este temperamento fanático convirtió al Che en un bufón de Castro. Poco después de que los barbudos tomaran el poder, Guevara participó en negociaciones con Anastas Mikoyan, viceprimer ministro soviético, de visita en Cuba. El viaje de Guevara a Rusia en agosto de 1962 fue significativo, porque selló el acuerdo que convertiría Cuba en una cabeza de playa nuclear.
Se reunió con Jruschov en Yalta para cerrar los detalles de una operación que ya estaba empezada y que tenía que ver con la introducción de 42 misiles soviéticos, la mitad de los cuales estaban provistos de cabezas nucleares, además de lanzaderas y unos 42.000 soldados. Después de presionar a sus aliados soviéticos amenazándoles con el peligro que supondría que Estados Unidos descubriera lo que estaba sucediendo, Guevara obtuvo garantías de que la marina soviética intervendría -en otras palabras, que Moscú estaba dispuesto a ir a la guerra.
Guevara se distanció de la Unión Soviética en los últimos años de su vida. Lo hizo por razones equivocadas, reprochando a Moscú su blandura ideológica y diplomática, y que estuviera haciendo demasiadas concesiones -no como la China maoísta, que llegaría a ver como el refugio de la ortodoxia-. A Guevara le molestaba el hecho de que Moscú estuviera pidiendo a otros miembros del bloque comunista, incluido Cuba, algo a cambio de su colosal ayuda económica y apoyo político. Su ataque final contra Moscú llegaría en Argelia, en febrero de 1965, en una conferencia internacional en la que acusó a los soviéticos de adoptar la «ley del valor», es decir, el capitalismo. Su ruptura con los soviéticos, por tanto, no fue un grito por la libertad, sino un aullido en pos de la subordinación total de la realidad a la ciega ortodoxia ideológica.
– Su desastre económico
El gran asesino revolucionario tuvo la oportunidad de poner en práctica su visión económica -sus ideas- al frente del Banco Nacional de Cuba y del Instituto Nacional de Reforma Agraria del Ministerio de Industria a finales de 1959, y, a partir de principios de 1961, como ministro de Industria.
La etapa en la que Guevara estuvo a cargo de la mayor parte de la economía cubana coincidió con el desplome casi total de la producción azucarera, el fracaso de la industrialización y la introducción del racionamiento -y todo esto en lo que había sido uno de los cuatro países de mayor éxito económico de Latinoamérica desde antes de la dictadura de Batista
La reforma agraria arrebató la tierra a los ricos, pero se la entregó a los burócratas, no a los campesinos (el decreto fue escrito en casa del Che). En aras de la diversificación, se redujeron las zonas cultivables y la mano de obra se distrajo hacia otras actividades. El resultado fue que entre 1961 y 1963, las cosechas se redujeron a la mitad.

– Nota: este escrito es un breve resumen de quién fue el asesino Ernesto Che Guevara. Hace unos días se mencionó en el programa “Hola Ota-Ola”, como una periodista del canal Telemundo 51: “Felicidad Aveleyra” se exhibía por los pasillos del canal con una falda que mostraba la imagen del asesino Che Guevara.
