El paso del «comunismo» a la «oligarquía» en Cuba
Cuba está experimentando actualmente lo mismo que Rusia en 1991. La rápida acumulación de riqueza en Rusia y Ucrania se produjo con la privatización de los activos estatales en la década de 1990. La caída de la Unión Soviética fue lo que ocurrió después. Los bienes del Estado se transfirieron a particulares como consecuencia de acuerdos informales alcanzados con funcionarios anteriores cuando el Estado estaba desorganizado.
En los últimos días se han observado tendencias similares también en Cuba. Esto ocurre mientras la economía cubana está en caída libre. ¿Se acaba por fin el comunismo? Si la respuesta es afirmativa, también hay que saber que no se quiere sustituirlo.
Según los informes, empresas estatales han sido adquiridas por corporaciones vinculadas a cubanos y extranjeros sin rivalidad alguna. En Cuba, varias empresas y cadenas conocidas han cambiado repentinamente de propietario.
La cadena de restaurantes Sylvain, famosa en Cuba por sus dulces y su pan, ha cambiado últimamente de propietario, pasando de ser pública a privada. Sylvian no es más que un pequeño ejemplo de varios negocios en Cuba que viajan en la misma dirección. A corto plazo y durante toda la noche, la gente está alquilando varios negocios.
En el periódico cubano Sierra Maestra se publicó una lista de edificios públicos de Santiago de Cuba que salieron a licitación en agosto de 2022; todos ellos han sido privatizados desde entonces. Sin embargo, se desconocen los resultados de las licitaciones.
También se han privatizado las populares cafeterías públicas Soditos, dispersas por distintos barrios y que ofrecen desde helados hasta preservativos, pasando por pan, té, zumos y refrescos.
Privatización en la vena rusa
En realidad, esta privatización quedó patente la semana pasada, cuando se reunieron el asesor ruso Boris Titov y el Presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
Esta tendencia, visible para la opinión pública desde hace meses, fue comprobada por los mandatarios. El encuentro demostró el deseo de Cuba de elevar sus relaciones con Rusia, en palabras del presidente de la isla.
En una posible apertura, esto implica dejar que Moscú tome la iniciativa. Rusia establecerá pronto un nuevo centro comercial en Cuba. Las dos naciones han acordado construir un centro para revitalizar la economía cubana «a partir de empresas privadas». Según varios think tanks, esto indica que el «modelo con una economía nacionalizada» pronto sería reemplazado por el «esquema mafioso del mercado ruso».
Una situación bastante desconcertante
Pero para otros cubanos, este nuevo enfoque se está convirtiendo en una gran molestia. Los cubanos han sido testigos de una inflación sin precedentes desde que comenzó el proceso de privatización, incluso para los artículos básicos.
Por 380 pesos, se puede conseguir un paquete de galletas, un tetra pack de 8 onzas de salsa de tomate frito, varios envases aún más pequeños de mayonesa y una bolsa de patatas fritas de 3,5 onzas. Mientras que el coste de 2,2 libras de leche en polvo se ha disparado hasta los 1.800 pesos.
Los cubanos tienen acceso a prácticamente todo en el ámbito privado. Pero a un coste que, sin duda, es demasiado grande para ellos. Esta oligarquía puede causar problemas a Cuba.
Un oligarca de los negocios suele ser un magnate empresarial con poder suficiente para influir en la política a nivel federal. Por lo tanto, la persona que finalmente adquiera las cadenas empresariales cubanas sería la única con capacidad para cambiar el curso de la política cubana. Nunca hay nada cercano a la «transparencia» y «publicidad» que exige la ley.
Cuba debe alejarse del «comunismo». Sin embargo, ceder ante la oligarquía no es la solución.